" Hay que formar conciencia de clase.Los Organizadores saben bien que en su
mayor parte los obreros no tienen sino un espiritu de corporacion o de
gremio.Este espiritu debe ser ensanchado y educado hasta que se convierta en un
espiritu de clase"
- J.C. Mariategui

jueves, 14 de julio de 2011

Los sindicatos y los gobiernos: ¿inserción o independencia política?

José Ramos Bosmediano, educador, miembro de la Red social para la Escuela Publica en las Américas (Red SEPA, Canadá), ex Secretario General del SUTEP

Con motivo de la conformación de los equipos de trabajo para la transferencia gubernamental del gobierno que fenece el 28 de julio próximo al que le sucede, presidido por el Comandante Ollanta Humala Tasso, se ha filtrado, al parecer,  la noticia de la participación del SUTEP (Sindicato Unitario de los Trabajadores en la Educación del Perú, fundado en 1972) en el equipo de transferencia del gobierno entrante en el ramo de Educación.  Posiblemente el periódico fujimorista que puso en primera plana la supuesta noticia, haya recogido un rumor de esos que circulan profusamente en estos días, cuando muchos grupos y personas tratan de ser ubicados en algún lugar del poder gubernamental nacionalista.  De ser cierto el rumor, el SUTEP estaría comprometiendo su participación en el nuevo gobierno, pues un equipo de transferencia es una instancia política que corresponde al partido gobernante del momento.  La participación sería, además, una vía posible para que el gremio designe un representante suyo en la futura administración de la educación nacional.   Sea como fuere, la participación o no de los sindicatos en los gobiernos de turno, tanto en aquellos de no representan directamente a los trabajadores, como en gobiernos progresistas,  es un asunto que debe ser adecuadamente evaluada.

La independencia de clase de los sindicatos

Hay que partir de la existencia de dos corrientes sindicales en los países capitalistas.  Aquella posición del "sindicalismo libre" patrocinada desde los Estados Unidos y que en el Perú tiene en el sindicalismo aprista su reflejo, cuya concepción acepta la conciliación de clases entre empresarios y trabajadores, por tanto, su inclinación permanente a compartir el poder con las clases dominantes, sometiendo a los trabajadores a las decisiones  de los gobernantes de turno y haciendo todo lo posible para no generar "problemas sociales" que entorpezcan las políticas y los objetivos gubernamentales.  El mayor peligro de esta postura es que ese compromiso con el gobierno puede llevar a no enfrentarse con el Estado, como empleador de los trabajadores estatales, o con los empresarios si se trata de los trabajadores del sector privado.  Se produce, entonces, una verdadera conciliación de clases.  Por supuesto que, cuando se trata de los sindicatos de tendencia "libre" o "apolítica", la conciliación con los patrones se da también sin necesidad de declarar apoyo alguno al gobierno.

Es diferente la actuación de los sindicatos clasistas, clasistas en cuanto consideran que,  en el sistema capitalista, la contradicción entre explotados y explotadores es insalvable, como podemos notar en el Perú actual, con una legislación laboral que permite que los empresarios abonen salarios miserables, sin derechos, incluso a la sindicalización, como ocurre en las grandes tiendas de capitalistas extranjeros, de tal manera que el trabajo precarizado es la mayor fuente de enriquecimiento de los empresarios; situación que también se reproduce en las relaciones laborales entre el Estado peruano actual y los trabajadores estatales, llámense maestros, policías, de la salud, etc.  Para los sindicatos clasistas es importante, por lo tanto, mantener la independencia política de la clase trabajadora, de los asalariados, para la lucha por las reivindicaciones de los trabajadores.  Desde una posición de independencia es posible generar un movimiento sindical que reclame y luche por los derechos de los trabajadores, función principal de los sindicatos y, al mismo tiempo, plantear su posición frente a las medidas políticas de los gobiernos, frente a los distintos problemas del país y educar los trabajadores en la lucha por una sociedad justa, por un nuevo país; pues los trabajadores también son ciudadanos con derechos políticos y  no pueden mantenerse al margen de la lucha por el poder, es decir, no pueden estar prohibidos de organizarse en partidos políticos.  Esta función de los sindicatos no significa confundirlos con los partidos políticos, pues el ejercicio político de un miembro de cualquier sindicato, dirigente o integrante de base, dependerá de su partido y no de su sindicato, ya que este representa a todos los trabajadores organizados como trabajadores.  Si el sindicato es clasista, su orientación es la defensa de los intereses de los trabajadores y del pueblo, por tanto no podrá apoyar a quienes representan a los explotadores, mucho menos a gobernantes que defienden los intereses de estos. Este apoyo o no apoyo debe tener en cuenta el programa de gobierno para que los trabajadores evalúen conscientemente cuál es la opción que les corresponde.

El caso del SUTEP

En la historia del SUTEP, ha marcado hito su posición independiente frente a la dictadura militar de Velasco Alvarado (1968-1975), gobierno reformista que se basó en el ejercicio autoritario del poder y que trató a los maestros como ciudadanos de segunda categoría.  Su propia reforma educativa, modernizadora y progresista en muchos sentidos, fue impuesta a través de una burocracia civil-militar que derivó en una administración enfrentada a los maestros.  Es curioso que hoy, quienes no lucharon contra esa dictadura, pretendan decir que el SUTEP es el culpable de la crisis educativa del Perú. En cambio,  esos mismos defensores de la modernidad neoliberal siguen  denigrando de la dictadura velasquista porque expropió a los latifundistas de la vieja oligarquía.  Su defensa del sistema de explotación de turno es evidente.

En otro momento, cuando la "primavera democrática" de los años 80 del siglo XX llegó bajo la exigencia de las luchas sociales de la década de los 70 contra la dictadura de Morales Bermúdez (1975-1980), en las cuales el SUTEP jugó un papel importante, incluso encabezando los Frentes de Defensa de los Intereses del Pueblo y las grandes movilizaciones en el Paro Nacional del 19 de julio de 1977, el gremio magisterial supo enfrentar la demagogia de de los dos regímenes.

En efecto, la situación de los años 80, durante los gobiernos segundo de don Fernando Belaúnde y primero de don Alan García Pérez, no fue diferente en términos económicos y sociales a la de la década anterior: profundización de la crisis; mayor empobrecimiento de las masas; terrorismo insurreccional y del Estado; crisis agraria; desmontaje industrial; despidos masivos de trabajadores; inflación incontrolable; reducción presupuestal para la educación y la salud; mayor deterioro de la moral pública; en fin,  "Desborde Popular y crisis del Estado" (Matos Mar dixit).  El SUTEP no dejó de luchar por los derechos de los maestros y empezó a generar una corriente educativa para elaborar un proyecto de educación democrática y patriótica que diera concreción a aquel planteamiento de "educación democrática, nacional, científica y popular" de su Primer Congreso Pedagógico Nacional  de 1974.  Uno de los ministros de Educación del segundo gobierno del Señor Fernando Belaúnde llegó a decir que, en la década de los 70, el SUTEP había salvado la dignidad del Perú. Ya sabemos que eso le costó el cargo.

¿Y durante la dictadura del Ingeniero Alberto Fujimori y su socio Vladimiro Montesinos, quiénes se jugaron hasta la vida para enfrentar su programa neoliberal?  No solo los maestros del SUTEP.  Todos los trabajadores organizados y los pueblos de las provincias.  Ya se sabe que el grueso de la población limeña, de esta conservadora ciudad, se entregó al "chino", hecho que sigue siendo uno de los fenómenos políticos que se reflejó en la votación fujimorista del 5 de junio. 

Los dueños de los grandes medios de comunicación y sus periodistas no se cansan de repetir la ignorante idea de que el SUTEP es el culpable de la crisis de la educación, como se ha reflejado ayer en una entrevista al actual Secretario General del sindicato, Profesor René Ramírez Puerta, al tratar de enfrentar al gremio con "toda" la opinión pública. No podía se de otra manera en uno de los canales fujimoristas más tenaces por la campaña de Keiko Fujimori.  Inmediatamente después de la entrevista al mencionado dirigente, el periodista entrevistó al Viceministro de Educación Idel Vexler Talledo, para quien la reforma neoliberal en curso es uno de los mejores logros del actual gobierno, sin tener en cuenta que la escuela pública está cada vez más abandonada y desarticulada, con un magisterio público sometido a las evaluaciones estandarizadas emanadas del Banco Mundial para reducir más el presupuesto de la educación, amén de la entrega de las escuelas a municipalidades que no harán más que lo que han hecho las municipalidades de Chile, país en el cual los estudiantes de la básica vienen exigiendo que el Estado asuma la administración escolar.

¿Y frente al gobierno del Comandante Ollanta Humala?

Los sindicatos no pueden sino seguir manteniendo su independencia de clase.  El nuevo gobierno se presentó y sigue fungiendo de ser un futuro gobierno progresista.  Por eso mereció el apoyo de la gran masa de trabajadores, de los partidos de izquierda, de los intelectuales progresistas y con dignidad, por toda la juventud estudiantil y trabajadora que lucha por un país democrático y con justicia social. Pero, como ya lo vienen diciendo muchos, el apoyo no es un cheque en blanco.  Es apoyo crítico y de exigencias para reconquistar los derechos laborales conculcados desde hace 20 años, pero también para empezar a dar solución a los grandes problemas del país.  Sin cambios sustantivos en el Perú no habrá nueva y mejor educación.

Un sindicato como el SUTEP no puede menos que comportarse como sindicato frente al nuevo gobierno. Como ya entregó sus planteamientos al Comandante Humala, corresponde generar negociaciones colectivas en torno a esos planteamientos. 

Una visión panorámica de la problemática educativa del país y de las relaciones laborales entre el Estado y los maestros, nos lleva a enunciar algunos tópicos que deben resolverse: el papel del Ministerio de Educación, cuya función ha sido tercerizada; el presupuesto de la educación, que sigue disminuida; la municipalización de la educación pública, política contraria a cualquier reforma educativa democrática; la privatización de la educación, verdadera orgía de negocios (es bueno saber de qué universidades son los médicos plagiadores y sustituidos en la Universidad Federico Villarreal); una nueva Ley del Profesorado para la recuperación de los derechos conculcados; un proceso de evaluación magisterial, científica, pedagógica e integral, mas no parcial y estandarizada como la que se viene aplicando desde los años del fujimontesinismo; un replanteamiento del  constructivismo y la enseñanza por competencias, cuya base es el pragmatismo pedagógico impuesto desde una  visión de la escuela-empresa.

Los mencionados son, acaso, algunos de los planteamientos que deben ser abordados para la elaboración de un Plan  de nueva reforma educativa a ponerse en marcha desde enero del 2012

Lima, junio 15 del 2011.